Estoy que me subo por las paredes de la rabia, el cabreo y la impotencia. No entiendo qué le está pasando a la gente, sobre todo a los jóvenes y a muchos padres. Reconozco que la desaparición de Marta del Castillo me estremeció pero ir conociendo cómo sucedió todo me corta hasta la respiración. La mataron sus propios amigos, que lejos de tener miedo o arrepentirse han posado delante de las cámaras haciéndose los afectados y ayudando en la búsqueda. Incluso uno, el famoso Samuel, acompañó al padre de Marta a poner una denuncia de su desaparición. ¿Pero dónde vamos a llegar? ¿Qué estamos haciendo mal? Y hablo en plural porque de alguna manera todos somos responsables de lo que ocurre.
Pero el trágico tema cobra todavía más sinsentido cuando aparece la novia del asesino de Marta y su madre diciendo que el chaval en cuestión vivía con ellas. ¡La niña sólo tiene catorce años y ya vive con su novio!
Poco después nos enteramos que una pareja de británicos acaban de ser padres con sólo trece y quince años. Lo peor es que ahora otros dos niños dicen que son los padres de la criatura que acaba de nacer y la madre, repito de sólo quince años, reconoce que durante el tiempo que se quedó embarazada mantuvo relaciones sexuales sin utilizar ningún método anticonceptivo hasta con ocho chicos distintos.
De verdad que todo esto me supera. Ni las películas que ponen en las sobremesas de los fines de semana tienen guiones tan rocambolescos. Pero al tiempo que no consigo pasar las páginas del periódico sin quitarme de las manos de la cabeza, me invade una angustia horrible al pensar que hay algo que se está haciendo mal y que avanza devastando los valores y la inocencia de los más jóvenes. Ojalá se haga justicia en el caso de Marta del Castillo y quien sea tome nota para que no vuelva a ocurrir algo así.
miércoles, febrero 25, 2009
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