miércoles, enero 23, 2008
mi mejor creación
por la noche, cuando todos y martina duermen, me tomo mi tiempo para poner orden en el desorden que invade mi casa a última hora del día y para leer qué ha ocurrido en el exterior (parece que vivo en fraggel rock...). hoy he disfrutado un poco más de esta aventura de ser mamá y es que los mofletes de mi bebé van creciendo al tiempo que aparecen sonrisas en su cara. y a estas horas en las que ella, pablo y rai han perdido el pulso de permanecer despiertos un minuto más, estoy esperando a que morfeo vuelva de cañas porque desde que se marchó esta mañana no he vuelto a saber de él. en esta tesitura me ha dado por leer varios de los blogs que ultimamente han llegado a mi vida mientras jugaba a la oca. es extraño que tanta gente quiera o queramos compartir lo que nos pasa por la cabeza con cualquier curioso que nos encuentre pero creo que es una de las mejores terapias para no salirse del camino de baldosas amarillas. gracias a todos los que escribís y os desnudáis por dentro, sobre todo a Ese y su 'diariodecontextos'. cada día sois más grandes. el cansancio no deja que mi creatividad salga a la luz y mi única manera de corresponder es mostrar, una vez más, mi mejor creación. ya tiene 1 mes y 11 días
lunes, enero 14, 2008
Adiós Ángel, hasta siempre
se ha ido para siempre y lo he hecho sin hacer ruido, de la misma forma que entró en mi vida. un día me sorprendí repitiendo unos versos que escuché en algún lugar en el que debí vender mi alma porque no recuerdo dónde fue. la cosa es que con el tiempo los hice míos, se los arrebaté a Ángel con la misma desfachatez que un ladrón roba el bolso a una anciana mientras pasea por la calle durante una agradable tarde de primavera. se los quité y los copié en mi cabeza hasta borrarlos del uso. ayer encendí la tele y ví que el gran gonzález se había ido para siempre. todavía no le había devuelto su poema y no consigo borrarlo de mi boca. se lo he recitado a martina y ha sonreido. es la magia de los dioses y desde los cielos, ángel seguirá escribiendo.
Me basta así
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces, si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas…
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).
Ángel González
Me basta así
Si yo fuese Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría
(a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
—de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso—;
entonces, si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando —luego— callas…
(Escucho tu silencio.
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).
Ángel González
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