jueves, diciembre 04, 2008

Prefiero pedir perdón que permiso


Cuando a uno le toca tan de cerca es difícil acertar y saber qué decir cuando alguien a quien querías de corazón se va sin despedirse. Hace ya unos cuantos días que Juan José Calvo se fue a Guatemala para, de alguna manera, quedarse allí para siempre. Así lo quiero pensar cada vez que me recuerdo como ocurrió todo. Como ha trascendido a los medios no cuento nada nuevo al decir que el helicóptero en el que viajaba junto a tres grandes amigos se estrelló y que ninguno de los cuatro consiguió sobrevivir. De Virgilio Casado y de José Luis Briz se publicaron sendas semblanzas de lo que había sido su vida y de Juan José pequeñas pinceladas. En su día no tuve fuerzas para contar a todo el que quisiera leer, que Juan José fue una de las mejores personas que he conocido jamás. Siempre atento a que nunca faltara nada a nadie. Siempre sonriente, siempre de buen humor. Siempre con un gracias en la boca y una invitación por delante. Juan José fue, es, una gran persona. Parece que cuando alguien se va siempre se dice lo mismo. En esta ocasión no se dice por decir. Se dice porque lo fue, porque lo es. Ahora, cuando descansa para siempre en su Espinama natal, prefieron pensar que sigue en Guatemala, que se fue a pasar una larga temporada. Pero veo a Pili, a Rosa, a Juan Ramón, a Cheli, a Apio, a Isaac y me doy cuenta de que el vacío es tan grande que sólo de pensarlo me ahoga. Fuiste y eres grande. Esta vez me adueño de tu frase: “Prefiero pedir perdón que permiso” para que desde donde estés no me riñas por darte el protagonismo del que siempre huiste para cederlo a quienes estábamos a tu lado.